domingo, septiembre 03, 2006

LA «ACTIVIDAD»


Al comienzo era infinitamente sencillo.
Ella se tumbaba en el camastro
y cerraba fuerte los muslos
para después abrirlos,
y una hermosa uve
surcaba entonces mis pensamientos
llenando mi tiempo. Al parpadear,
todo era árido como en sueños.

Llegaron los abrazos
y todo resultaba ajeno.
Implicarse es un error, solían advertirnos.

Llegaron las primeras lágrimas,
surcaban gotas libres por la atmósfera
como en una macabra orgía.

Llegó su verdadero nombre
y luego el mío,
llegó su verdadero cuerpo
y luego el mío.

Al comienzo era infinitamente sencillo,
como conducir de noche o completar un crucigrama.

Henry Pierrot, de Poética para cosmonautas

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