martes, enero 26, 2010

Una historia de horror


HERMANA

¡Dice eso porque vivimos en una época horrible!

RÉMI

Ah, no especialmente horrible; no, no, para nada.

Contrariamente a lo que piensa la gente, el siglo XX no fué particularmente sanguinario.

Las guerras dejaron 100 millones de muertos. Es una cifra generalmente aceptada.

Añada 10 millones de los goulag rusos. Los campos chinos, probablemente nunca lo sabremos, pero digamos 20 millones.

Bien, eso hace 130-135 millones de muertos; no es muy impresionante.

Si pensamos que en el siglo XVI los españoles y los portugueses se las arreglaron, sin cámaras de gas ni bombas, a hacer desaparecer 150 millones de indígenas de América Latina.

¡Eso sí que es trabajo, Hermana! ¡150 millones de personas con hacha!

Usted me dirá que tenían el apoyo de la Iglesia, pero... Es al fin y al cabo un gran trabajo, ¿no?

A tal punto que en América del Norte, los holandeses, los ingleses, los franceses y eventualmente los americanos se sintieron inspirados y degollaron, a su vez, 50 millones.

¡200 millones de muertos en total!

La más grande masacre de la historia de la humanidad, sucedió aquí, a nuestro alrededor. Y ni siquiera el más pequeño museo del holocausto.

La historia de la humanidad, Hermana, es una historia de horror.

Les Invasions Barbares

jueves, enero 21, 2010

Máquinas inteligentes y el espectáculo del pensamiento


Si los hombres crean o imaginan máquinas inteligentes, es porque desesperan secretamente de su inteligencia, o porque sucumben bajo el peso de una inteligencia monstruosa e inútil: la exorcizan entonces con máquinas para poder burlarse y reírse de ella. Confiar esta inteligencia a unas máquinas nos libera de cualquier pretensión al saber, de la misma manera que confiar el poder a los políticos nos permite reírnos de cualquier pretensión al poder.

Si los hombres sueñan con máquinas originales y geniales, es porque desesperan de su originalidad, o porque prefieren desasirse de ella y gozarla por máquina interpuesta. Pues lo que ofrecen esas máquinas es el espectáculo del pensamiento, y los hombres, al manipularlas, se entregan al espectáculo del pensamiento más que al mismo pensamiento.

Jean Baudrillard