sábado, diciembre 30, 2006

Las reglas del juego


Tendria como diez años cuando lo de la "Tormenta del Desierto". Recuerdo que en la clase de dibujo el tema de moda era la guerra, y todos los niños dibujábamos tanques, bombas, aviones, soldados, explosiones; y nos parecía muy divertido, emocionante.
Recuerdo también que el maestro, con una cara de entre lástima y preocupación, trataba inútilmente de convencernos de dibujar otras cosas: paisajes, animales, lo que fuera. Algo no violento.
Ahora que pienso en ello entiendo el por qué de su expresión. Nosotros entonces como niños no entendíamos los horrores de la guerra. Para nosotros era sólo un juego, fuegos de artificio que veíamos en la televisión, la primera guerra transmitida en vivo y en directo desde algún lugar tan remoto como inpronunciable, del que sólo sabíamos dónde estaba al consultar el mapamundi en alguno de nuestros libros.

Después de tantos años quizá la mayoría de esos niños todavía no comprendemos aquella barbarie, para bien o para mal, depende. Sólo a algunos cuantos nos importará al menos un poco, lo suficiente como para escribir una entrada al respecto en nuestros blogs.

Anoche, mientras preparaba algo de cenar, un corte informativo notificaba la ejecución de Saddam Hussein, apenas 12 minutos atrás, aproximadamente. Ejecutado en la horca, acusado de crímenes contra la humanidad "en cumplimiento de la sentencia por el asesinato de 148 chiítas en 1982". Sentí lástima por aquel hombre. Un títere del sistema. Un peón sacrificado en una buena o mala jugada.
Pensé, sin embargo, que él mismo había escogido su destino al entrar al juego. Todo el que entra al juego sabe de antemano las reglas y conoce los riesgos a los que se atiene.

Me surgen dudas: ¿por qué a Johnson, Nixon, Bush padre, Bush hijo, por mencionar algunos, no se les enjuicia ni nadie les dice nada? ¿Por qué otros como Pinochet mueren sin sentencia? ¿Hasta qué punto es "justo" cobrarles con la misma moneda? ¿Mueren junto con el dictador el odio, el dolor, el sufrimiento?
¿Puede una muerte limpiar otras miles?

viernes, diciembre 22, 2006

Temor y respeto


Algún gran dictador dijo alguna vez que es mejor ser temido que ser respetado.
Sin embargo la mayoría de los tiranos ha muerto traicionado, muchas veces por su gente más cercana.

Los mejores hombres


Ahora conozco el secreto para formar a los mejores hombres: crecer al aire libre, comer y dormir en la tierra.

Walt Whitman

(y ahora tú también lo conoces)

domingo, diciembre 10, 2006

Por puro placer, por la gracia de hacerlo.


No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe, salvo en la propia imaginación.

¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa. Esa necesidad de hacer, de crear, de inventar es sin duda un impulso humano fundamental. Pero ¿con qué objeto? ¿Qué sentido tiene el arte, y en particular el arte de narrar, en lo que llamamos mundo real? Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto de vista práctico. Un libro nunca ha alimentado el estómago de un niño hambriento. Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra.

Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. (...)

En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo.


Extracto del discurso de Paul Auster al recibir el Premio Príncipe de Asturias 2006.

miércoles, diciembre 06, 2006

Rebeliones


Es nuestra propia injusticia la que se rebela contra nosotros mismos.

De El Caballo de Troya de J.J. Benítez

martes, diciembre 05, 2006

Cultura gatuna

Nuestro gato culto se publica en el diario El Universal

Dos años


Dos años liberando conciencias.
¡Felicidades Helado Oscuro!

sábado, diciembre 02, 2006

Sin invitación


Dices que no es justo.
Yo digo que la justicia es comercio.
Dar a cambio, esperando recibir.
La verdadera recompensa es algo que se encuentra.
Llega sin invitación.

viernes, diciembre 01, 2006

Amar es combatir


Amar es combatir, si dos se besan cambia el mundo,
el mundo cambia, cambia, cambia, cambia el mundo,
brotan alas.

Ayer igual que hoy lo que amas nunca pierde su color,
se regenera, vuelve a ser lo que antes era,
brilla el sol.

Monocordio