martes, mayo 16, 2006

Hombres grises


Una mañana voy a despertar sobre un colchón ortopédico carísimo. Al lado de una hermosa, un poco triste, ambiciosa y amargada mujer que no fué siempre así. Y recostado, con los ojos abiertos, fijos en el techo de mi cuarto -la recámara principal de una casa modesta, de zona residencial clasemediera-, pensaré en mis dos hijos, en el perro, en mi auto semi-lujoso que ya necesita un buen ajuste, en la camioneta de mi esposa que usó un par de años para cargar carreolas y ahora le queda grande en la ciudad. Pensaré en los años que he pasado en el trabajo, en la oficina. Pensaré en las tardes que he pasado mirando por la ventana imaginando escapar. Pensaré en los años que me faltan para jubilarme y en la suma de dinero que tendré en el banco para entonces; y pensaré que para entonces no valdrá tanto y las colegiaturas, la universidad, el médico, los pagos de la casa...
Pensaré que esa mañana es la mañana más deprimente de mi lenta e inútil vida, y tal vez llore.
Discretamente y en silencio para no despertar a mi mujer.

1 comentario:

Elsyblue dijo...

Bastante realista pero no hay por qué ponerse tan triste no?