sábado, noviembre 26, 2016

Fidel


dirán exactamente de fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
fidel montó sobre fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma
la Historia parlará de sus hechos gloriosos
prefiero recordarlo en el rincón del día
en que miró su tierra y dijo soy la tierra
en que miró su pueblo y dijo soy el pueblo
y abolió sus dolores sus sombras sus olvidos
y solo contra el mundo levantó en una estaca
su propio corazón el único que tuvo
lo desplegó en el aire como una gran bandera
como un fuego encendido contra la noche oscura
como un golpe de amor en la cara del miedo
como un hombre que entra temblando en el amor
alzó su corazón lo agitaba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
fidel es un país
yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro
la Historia arreglará sus cuentas allá ella
pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con fidel con el caballo

Juan Gelman

viernes, mayo 20, 2016

La rebelión de las masas


Cuando una civilización no ha logrado evitar que la satisfacción de un cierto número de sus partícipes tenga como premisa la opresión de otros, de la mayoría quizá -y así sucede en todas las civilizaciones actuales-, es comprensible que los oprimidos desarrollen una intensa hostilidad contra la civilización que ellos mismos sostienen con su trabajo, pero de cuyos bienes no participan sino muy poco. En este caso no puede esperarse por parte de los oprimidos una asimilación de las prohibiciones culturales, pues, por el contrario, se negarán a reconocerlas, tenderán a destruir la civilización misma y eventualmente a suprimir sus premisas. La hostilidad de estas clases sociales contra la civilización es tan patente que ha monopolizado la atención de los observadores, impidiéndoles ver la que latentemente abrigan también las otras capas sociales más favorecidas. No hace falta decir que una cultura que deja insatisfecho a un núcleo tan considerable de sus partícipes y los incita a la rebelión no puede durar mucho tiempo, ni tampoco lo merece.

Freud: El Povernir de una Ilusión (1927)

viernes, febrero 12, 2016

Mozart


Mozart es un volcán. Una avalancha. Un huracán. Hay idiotas que no creen que Dios vino al mundo y se hizo hombre. Hace 260 años, una de tantas veces. El Maestro vive. Nos enseña que hay algunas cosas, casi siempre pequeñas y nocturnas, que hacen de la experiencia humana algo soportable y llevadero. Que el genio es infantil, irreverente y sempiterno. Mozart es la locomotora que hala el tren que nunca alcanzaremos. Es una bengala arrojada al pozo desde donde contemplamos atónitos las sombras. Es el cuerno que derriba la muralla del silencio. Su alma derramada nos salpica y nos empapa de gloria, por los siglos de los siglos.